"Atenas. Terminal 28"

Cuando leí aquello de "Atenas. Terminal 28" en el panel de los vuelos de salida no pude contener la risa. Tenía gracia la cosa. Quiero decir, tenía 28 años y me disponía a coger un vuelo para Atenas, donde en tres horas un ferry me dejaría en Hydra, isla griega en la que había decidido matarme. Eso sí, de una manera optimista. Como quien está a punto de entrar a quirófano para que le extirpen un tumor o algo así. En este caso, mi tumor era yo mismo. Así que claro, lo de Terminal 28 resultaba como mínimo una coincidencia divertida. Y mi decisión era tan irrevocable que incluso mi propio dolor había sido relegado a un segundo plano, debido al entusiasmo que este último gran proyecto despertaba en mi.
Hasta entonces había llevado una vida repleta de placeres sin medida ni regla moral que interfiriese en su realización. Había decepcionado a mis amigos, abusado de mis amantes, sido ingrato con mi familia y practicado con cuidado cada uno de los denominados pecados capitales -excepto la envidia, por supuesto, siempre fui demasiado narcisista para pensar tanto en otras personas-. Ahora debía pagar por ello. Tan sencillo como eso.

Este es el inicio de "Atenas. Terminal 28", el relato de Héctor Tuya incluido en La edad del óxido.

1 réplicas admitidas:

Anónimo dijo...

Pues mira que a lo tonto/tonta ya estoy intrigau/intrigaa, hasta que se publique. Que sea pronto